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Tras la publicación de su obra Dos Nuevas Ciencias, Galileo queda completamente ciego. La pérdida de este sentido, que había empleado con tanta destreza en sus observaciones, le produce un gran aburrimiento. Sin embargo, ayudado por su hijo y por otros dos jóvenes científicos, fue aún capaz de redactar la explicación de algunos fenómenos lunares, construir un reloj de agua (no de arena), escribir sobre el movimiento de los proyectiles (su fuerza, impulso y caída), y diseñar el mecanismo de un reloj de péndulo.
No obstante su vida se iba apagando poco a poco. Así pues, aunque ya viejo y enfermo, Galileo es llamado a Roma por el tribunal de la Inquisición. Su delicada salud le permite retrasar su juicio dos años. Finalmente, a los 77 años de edad, Galileo es juzgado y declarado hereje. Se prohíbe su libro de los Diálogos y se le obliga a abjurar de sus ideas y rechazar sus "herejías".
Física y moralmente débil y abatido, Galileo, luego de varios meses de proceso, termina renegando de la doctrina de Copérnico. Lo más seguro era de que ya estaba harto de tanta mentira y que único que quería era que lo dejaran descansar, aunque sabía que sus ideas eran las verdaderamente ciertas.
También, es evidente, Galileo reniega de todas sus ideas a fin de evitar una segura muerte (que por otro lado ya veía venir). Así pues, condenado a cadena perpetua, se le permite pasar los últimos años de su vida bajo vigilancia en una casa que tenía en las afueras de Florencia. De este modo se cerraría un episodio más en la trágica vida de este gran hombre que fue Galileo. Moría el mes de enero de 1642, a la edad de 78 años.
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